martes, 17 de mayo de 2016

Simplemente a veces nos apetece llorar. Lloramos por el pasado, por los momentos vividos y por el recuerdo que queda. Sin embargo, pocos son los que se dan cuenta que recordar viejos momentos, tantos buenos como malos hace que nos sintamos cómodos. Y es mucho más sencillo preocuparse por no revivir aquel pasado que preocuparse en pensar un futuro que solo existe en nuestra cabeza. Y sobre todo, pensar en la incertidumbre que supone saber o no si ese futuro ideal llegará a ocurrir algún día. A lo que me refiero es que es mucho más fácil querer revivir lo vivido a vivir todo aquello que nos queda por experimentar. Quizás tengas que salir de tu zona de comfort, pero ten en cuenta que para ganar hay que arriesgarse y perder no es una posibilidad, por que cuando recuerdas lo que perdiste en el pasado ya estás perdiendo la oportunidad de ganar en el presente.