lunes, 28 de agosto de 2017

A veces pasa que llueven cambios, caen como el agua fría del mar en pleno agosto y mojan hasta tal punto que me obligan a secarme y es que en ocasiones me doy cuenta que pasan los días y sigo empapada y que eso no es vivir, sino sobrevivir. Una batalla dentro de ti, nuestro yo contra nuestro otro yo, el diablo y el ángel posados en nuestros hombros, la cabeza funcionando a una velocidad más elevada que las palabras pueden procesarse por la boca, en un minuto pienso A y en otro pienso B. Cuando hay cambios que acaecen en nuestra vida es mejor bajarnos del burro, asumir que no somos perfectos, que no podemos exigir lo imposible aunque a nosotros nos lo hayan exigido. ¿Y si es verdad que existen los milagros? No sé, tengo la sensación de haber estado metida en un pozo durante meses y hoy he descubierto una salida, una cuerda invisible que llevaba mucho tiempo esperando. 

Lo bonito que es dejarse llevar, disfrutar los momentos que nos brinda la vida y valorar, sobre todas las cosas valorar y ser agradecidos por la suerte que tenemos todos los días desde que damos los buenos días al mundo.