Quedé con él un jueves a las 18:15 en el bar de la esquina, tenía 3 exámenes el día siguiente; no me importaba la verdad,  lo saludé con un cálido abrazo, de esos que te hacen entrar en calor hasta en el polo norte, hubo como tres minutos de silencio, sí, recuerdo que caminábamos sin rumbo, empezamos hablar de temas sin importancia, él se reía sin motivo, yo lo miraba, le miraba la sonrisa tan perfecta, poco a poco íbamos acercándonos, me miraba los ojos.. después la boca, se acercaba, lo repetía sucesivamente, llegó el momento que quería y cuando finalizó me dijo al oido muy bajito, tan bajito que no se escuchaba; apenas perceptible
me dijo:
-tienes un chicle
+gracias, respondí.